Ayer una compañera de carrera me preguntaba cómo diagnosticaría
a Bretón… ¿Psicopatía? Es evidente su falta de remordimiento y reconocimiento
de culpa, así como su indiferencia ante les consecuencias de sus actos. Bretón
se siente orgulloso de cómo es, evita todo sentimentalismo y calidez –pues son
signos de debilidad-, miente y manipula –para llegar a su objetivo e incluso
placer personal-, carece de empatía, es cínico, insensible y menosprecia los sentimientos
y derechos de los demás.
Teniendo en cuenta que mi moralidad –y seguramente como la
de muchos- me lleva a un estado de rábia al incluir o excluir a este individuo
en un tipo de transtorno u otro, no voy a considerar lo que me produce el hecho
y me limitaré a valorar las diferentes psicopatologías a las que podría
responder según personalidad y criterios diagnósticos. Después ya lanzaré
preguntas al aire…
Previamente me refería al transtorno antisocial de la
personalidad, también conocido como psicopatía o sociopatía, del cual en Bretón
destacan el no arrepentimiento, la indiferencia, la mentira, la frialdad, la
violencia... Sin pensar seguramente al tomar la decisión de vengarse de la madre
de sus hijos, sí ha sido cauteloso al planear el cómo y de qué manera, hecho
que le debería de producir gran satisfacción mientras veía el sufrimiento ajeno
y mientras tenía el control sobre todos durante todos estos meses. La dureza,
superficialidad, ser poco sincero y la falta de empatía se compartirían en el
transtorno narcisista (patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración
y falta de empatía) , pero no la agresión. Lo mismo pasa con la personalidad
histriónica la cuál pertenece a individuos manipuladores, superficiales e
impulsivos. La manipulación, vemos que Bretón la usa tanto para conseguir
atención (transtorno histriónico/narcisista) –pues ha sido y continúa siendo el
centro de miradas de los medios y de las personas que investigan el caso- como
para sacar un provecho (transtorno antisocial) –el sufrimiento eterno de la
mujer que se ha atrevido a dejarlo-.
Así, el Bretón psicópata diría “Haré lo que quiera cuando
quiera”, el narcisista “Mis órdenes son tus deseos” y el histriónico “Hazme el
centro de tus atenciones”. Todo ello, a la vez que él mismo se debe ir diciendo
“Qué grande eres!” mientras bajo aquel rostro apático e inexpresivo parece encontrarse la
sutil sonrisa fruto de haber conseguido su objetivo. No se cree sus mentiras,
ni él ni nadie, aunque se recrea en ellas.
Y a partir de todo eso, la cuestión es: ¿Un individuo de
estas características debe de sufrir un transtorno psicológico por el hecho de
llegar a este extremo? o simplemente, ¿en este mundo existen personas diabólicas? Es decir, ¿canalla malvado o
enfermo?
Ahí lo dejo querida compañera.
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